Para Diego Schwartzman no debe haber sido sencillo su debut en Wimbledon, más allá de lo que indicó el score. Porque delante tuvo un jugador que perdió el hambre por el juego y puede ser una Caja de Pandora; un hombre que ya no le encuentra sentido al deporte que él mismo eligió. El argentino reanudó este martes un partido que ya estaba ganando por 6-3 y 6-4 desde el día anterior y que se había interrumpido por falta de luz natural. Y, en apenas un puñado de minutos, barrió a Benoit Paire por 6-0. Claro que antes el francés mostró, otra vez, su costado indolente, sin deseos de jugar ni competir. Al punto tal que el umpire Mohamed Lahyani lo advirtió por su conducta antideportiva.

Un espectador del Court número 2 del All England, antes de que terminara el match, le gritó a Paire que no los hiciera perder el tiempo con sus actitudes. El público británico que concurre a Wimbledon sabe y disfruta del tenis y no acepta estas indisciplinas. Desde que el tenis levantó el telón en agosto del año pasado tras el parate de cinco meses por la pandemia, Paire (46° del mundo) protagonizó diversos actos de indisciplina. Uno de los más patéticos, probablemente, en su despedida del ATP de Buenos Aires, cuando discutió con el umpire Nacho Forcadell (España) por un pique, escupió e insultó.

“No me importa la gente. Juego para mí y ya está. Yo no juego para la gente”, vociferó Paire tras ser, de cierta manera, increpado por un espectador. “Venir a estos cementerios me deprime. Nos decíamos que vienes a Montecarlo, uno de los mejores torneos del mundo y llegas, ves que está vacío y hay un ambiente triste que rara vez se ha visto. Me siento como un miserable cuando estoy sobre la cancha. El circuito se pudrió”, había dicho en abril, tras competir en el Principado pero sin espectadores, situación que en Wimbledon es distinta…

Claro que Schwartzman, entrenado por Juan Ignacio Chela, no tuvo nada que ver en el comportamiento de su rival y aprovechó esta situación, jugando con seriedad, enfoque y contundencia.