De mayor a menor, de la tranquilidad a la preocupación. Así fue el partido de San Lorenzo en Santa Fe. Podría redactar un sinfín de adjetivos para describir esta derrota pero no es mi intención aburrir al lector, máxime después de este cachetazo recibido en el Cementerio de los Elefantes. La realidad es que se perdió mucho más que un partido ya que una vez más la realidad volvió a superar a la ficción.

En lo estrictamente futbolístico, hubo una primera mitad pareja que dejaba un partido abierto y a la espera de un elenco un tanto más ofensivo en el complemento. Sin embargo el que pegó primero pegó dos veces y ese fue Colón; y eso lo provocó que la estantería se cayera del todo cuando Alexis Castro cumplió la Ley del Ex y abrió el marcador para el Sabalero. Ante la sorpresa de todos, y porque con el 0-1 se esperaba una reacción del equipo, más que colectiva se necesitaba que llegara desde el buzo del entrenador, algo que llegó muy pero muy tarde.

Más allá de la ráfaga ofensiva tras los cambios a modo de manotazos de ahogado (Ángel Romero y Troyansky, en primer lugar, Óscar y Alexander Díaz, minutos más tarde), quedará en la retina de todos la sensación de que el entrenador del Ciclón demoró al extremo las modificaciones. Y eso le costó tres puntos y un invicto.