El 2 de mayo de 1982, a las 16, el crucero ARA General Belgrano recibió el impacto de dos torpedos que fueron disparados por el submarino nuclear ‘Conqueror’, cuyo comandante fue autorizado a iniciar el ataque por la entonces primera ministra británica Margaret Thatcher.
“El crucero General Belgrano hizo honor a su lema: irse a pique antes de arriar el pabellón nacional. La bandera fue lo último que se vio. Luego en la balsa en la que me encontraba, mis conscriptos entonaron el himno nacional, con ellos pasé las 36 horas de supervivencia”, relató el comandante de la nave, Capitán de Navío Héctor Bonzo, a los pocos días del rescate.
El hundimiento del crucero General Belgrano, en el marco del conflicto de Malvinas, es considerado por muchos como un crimen de guerra porque la nave fue atacada cuando se encontraba fuera del área de exclusión de 150 millas alrededor de las islas, que había sido impuesta unilateralmente por los ingleses.
De los 1.093 tripulantes que tenía a bordo, murieron 323, casi la mitad del total de muertos argentinos en la guerra; y unos 770 lograron sobrevivir en balsas inflables, pero debieron esperar varios días en el mar, con temperaturas bajo cero, para ser rescatados.
El crucero ARA General Belgrano había zarpado el 16 de abril de 1982 desde la Base Naval de Puerto Belgrano rumbo al Atlántico Sur, con la misión de atacar a los buques ingleses que arribaban a las Islas Malvinas y el hundimiento se produjo unas 240 millas náuticas al sudeste de Ushuaia, Tierra del Fuego.